El gran Stephen King escribió su novela Cujo en 1981 en estado de ebriedad, por lo que cuando se le pregunta cómo lo hizo, responde que no recuerda nada.
A pesar de que el autor estaba bajo la influencia de sustancias estupefacientes, hizo frente a la tarea con distinción, publicando una magnífica novela que, como siempre, toca el alma y te hace experimentar todo lo que sucedió con el destino de los personajes principales.
Sobre la novela
En la pequeña ciudad provincial de Castle Rock, Maine, aparece un maníaco asesino que aterroriza a todos los habitantes. Pero después de un tiempo, se suicida, lo que hace que todas las víctimas potenciales den un suspiro de alivio. Han pasado varios años desde entonces. Los recuerdos de aquellos sangrientos acontecimientos poco a poco empiezan a olvidarse, en cuanto esta historia asusta a los niños para que obedezcan a sus padres. En este sentido, el pequeño Ted imagina constantemente que en su armario vive un monstruo de ojos malvados. Promete matar pronto al niño y sembrar el pánico y el horror en la ciudad.
Al mismo tiempo, un gran San Bernardo llamado Cujo, que siempre fue cariñoso con los niños y amable con los extraños, contrae rabia. Fue mordido por un murciélago cuando corrió hacia un pequeño agujero persiguiendo a un conejo. Con el tiempo, el perro enfermó gravemente y por su cabeza pasaron pensamientos de que la gente tenía la culpa de todo. El San Bernardo se volvió agresivo, porque fue consumido por el mal, que finalmente se liberó.
Desde los primeros minutos de la obra comienzas a seguir incansablemente a sus personajes, experimentando todos esos sentimientos y emociones que te hacen convertirte en uno más de los partícipes de esta historia. Es difícil creer cómo un animal tan cariñoso, a pesar de su enorme tamaño, se convirtió en una auténtica máquina asesina. Y lo más importante, todos confiaban en Cujo: tanto adultos como niños, pero fueron demasiado descuidados sin vacunar a su mascota contra la rabia, aunque la ciudad sabía muy bien que esta enfermedad estaba muy extendida.
Por un lado, una trama simple y primitiva, por el otro, contiene un profundo subtexto, como todas las novelas del Maestro del Terror, no permite un momento de relajación hasta que el lector pasa la última página del libro. El final de la historia es predecible, pero esto no hace que el libro sea poco interesante, sino que, por el contrario, sólo atrae a quienes dudan de si vale la pena dedicar su tiempo a leer la novela. Esta obra merece la atención de los lectores que recién comienzan a familiarizarse con la obra del gran Rey y de aquellas personas que son sus devotos admiradores.